Cada 16 de julio, un pequeño pueblo ubicado en una de las zonas más áridas del norte de nuestro país se viste de color y fervor religioso. Bailes paganos se combinan con la devoción e, incluso, con el fanatismo de miles de fieles que llegan hasta el poblado de La Tirana, ubicado a 19 km de Pozo Almonte, para adorar a la Virgen del Carmen de La Tirana de Tarapacá.

La festividad marca un verdadero renacer de un pueblo, que gran parte del año permanece casi deshabitado. Durante casi una semana (los festejos comienzan cerca del 12 de julio y culminan el 18 del mismo mes), diabladas, bailes chinos, huainos y morenadas inundan las calles de la ciudad y el colorido vestuario contrasta con el desértico escenario.

La trágica leyenda de una pareja de enamorados compuesta por un español y una bella joven inca, conocida como la Tirana del Tamarugal, dio inicio a esta llamativa fiesta. Un sacerdote encontró una cruz en medio de la pampa, donde fue sepultada la pareja, y, en ese mismo lugar, levantó el templo que hoy alberga la imagen de la Virgen y que recibe cada año a miles de peregrinos venidos desde distintas zonas del territorio e, incluso, desde el extranjero.

Durante los festejos, diferentes grupos de baile muestran a los visitantes sus coreografías, las que provienen de la tradición poshispánica y tienen por finalidad adorar a la Virgen. Acompañados de tambores y trompetas, los bailarines finalmente ingresan al templo.